Qué importa si mis ojos se pierden ante el mundo que aún desconozco
y se queman bajo el imponente sol de los noviembres de ahora.
Interesarme cada vez menos en tocar el pasto,
oler lo que la vecina cocina de almuerzo
o si aún hay niños que juegan en las calles, como antes.
Poder mantener la imagen de este momento en mi mente me basta,