23 jun 2008

i put my guns in the ground, baby



Al principio sintió ese terremoto interno que se siente cuando uno se encuentra en la etapa de gritos, cuando normalmente se confunden las cosas y se termina golpeando la muralla en lugar de la amohada. En tres horas más seguro iba a preguntar en qué estaba pensando entonces, pero siempre se olvida, cuando se sufre mucho tiempo se olvidan más las cosas pequeñas, aunque tratemos de agrandarlas.

Un plumón frente al espejo para marcar bien los puntos y a trabajar se ha dicho. Punto aquí, punto allá. Línea entre esta parte y aquella. ¿Todo listo? Sí. Muy bien, entonces procedamos a cortar. Tres centímetros por encima de la ceja derecha se encuentra el primer punto, el siguiente acercándose al centro de la frente, y así continuamente hasta pasar por todos los puntos. Recuerdo que en ese entonces le caían lágrimas... graciosamente no eran de dolor, no había dolor alguno. Sentía que estaba consciente de lo que estaba haciendo y - lo que es más probable - sabía lo que iba a encontrar adentro.
Tomó las pinzas que siempre están en el escritorio, junto a los pinches y un elástico, estaban frías, pero no tanto como el sol de la ventana. Respiró hondo. Los anteojos los había dejado sobre la silla gris, y la silla azul observaba atentamente desde más cerca. Dio otro respiro, entre arrepintiéndose de lo que aún no pasaba y dándose fuerzas para seguir con lo que había empezado. Se quitó los ojos cuidadosamente, tomándolos con pinzas para no ensuciarlos con sus manos rojas. Los puso bien en alto, acomodó sus pies en el suelo, y luego posó sus ojos pardos en donde había hecho los cortes.


Después de ese día ni una palabra de su boca volvió a oírse, sólo pensaba (o algunas cosas, supongo). En su aspecto normal no quedaron marcas, pero en uno de sus ojos (creo que el izquierdo) se puede notar un pequeño punto ilógico. Yo podría decir mucho sobre ella y ese día, pero prefiero reservármelo... desearía no haberme encendido ni haber tenido primera fila. De todas formas, quién escucha a las ampolletas hoy en día.



.. i can't use them anymore


1 comentario:

  1. cuando te leo, me dan ganas de escribir de nuevo.
    tengo tanto guardado, pro al apoyar mis dedos al teclado, o al lapiz, se esfuman las ganas como si nunca hubieran venido.
    pero cuando leo lo que escribes con tanto sentimiento, entonces ahi siento un empujoncito :).
    muchos besos hermana, adios!

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Desembuche.