29 abr 2009

Otoños

Porque nunca es tarde para soñar, imaginar y volar:
estos son mis diecisiete otoños, y estoy orgullosa de ellos.


Asi de simple.

19 abr 2009

Nosotros, los I



Nunca le gustó el tiempo, no es de querer adelantar o retrasarlo, al menos hasta ahora, que desea con su vida el poder adelantarlo. Llegar al invierno, de preferencia en julio porque hay vacaciones, pleno invierno. Se sentiría realmente en su salsa, con mucha lluvia, temporales incluso. Nada de nieve, no la conoce pero defiende fuertemente su postura de mala onda hacia ella. Así tal cual, dias lluviosos donde una semana entera de libros bastan y sobran para ser feliz, las personas son un elemento más, que no influyen demasiado si están o no, con la simple lluvia o con las llamas de la chimenea basta para acompañar, un café también ayuda. Pero no, queda bastante otoño aún, y sigue haciendo calor algunas veces, por mucho que internamente exista un frío tal como si estuvieramos en medio de una glaciación. Las hojas no han terminado de caer, algunas se rehusan a dejarse vencer por su propia fragilidad, igual que los recuerdos del lado a de las personas.

Nunca aprende, nunca cambian.



17 abr 2009

Cero nueve



Me decepcionas, otoño.
Síganme los buenos, no los extrañados,
porque yo quiero seguir cantando.

13 abr 2009

Te adoro, Inspiración



Tal vez le era extraño también. Sabía que había nacido para mirar y no estaba segura de querer llegar a ver, no tanto porque no quisiera, simplemente no sabía si sería buena haciéndolo. Se le daba bien imaginar, su materia favorita, algo a lo que siempre podría recurrir y sabía que sería mejor que muchos. Y allá las faranduleras estrellas, esas que brillan con todo lo que tienen para impresionar a los que estamos aquí cada noche buscándolas para quedarnos viendolas como estúpidos, haciendo crecer su ego y haciendolas llamar "meta" sin saber a qué se llega cuando se es estrella. Ella lo sabía, así que, si supiera volar, cambiaría rotundamente la ruta para no toparse con ninguna de esas engreídas y quedar ciega.


Prefiero
pasarme la vida creyendo que se puede jugar ajedrez en el plato de cereal con yogurth del desayuno en vez de ser estrella o nube. Y doy fe de ello, porque las nubes también son un tema, repetidas adonde quiera que veas, flotando siempre. Muy fomes, es todo lo que dice al respecto.

¿Qué hacer entonces? La otra noche me pidió consejo. Tranquila y volátil como de costumbre, con la pura mirada llena de inseguridad y palabras simples, pero que juntas se complican más que lana suelta en medio de un tornado. Recuerdo que siempre quiso ser canción, sus ojos café bonito brillaban como nunca ese día, escuchando las suaves y firmes cuerdas del bajo, lo suficientemente lejos de casa. Era perfecto, al menos para mi; quizás para ella no lo fuera tanto. A veces le gustaba dárselas de escritora, hablar inentendiblemente para los demás le era común, sería reconocida por eso almenos. Tantos años y ni ella misma se conoce lo suficiente, es el colmo. ¿Qué me pregunta a mí sobre su vida? debería responderse sola, repito: debería. Con su mirada amplia y sus metáforas, con sus críticas constructivas y miedos, con sus claros pensamientos y complicadas situaciones debería ser lo suficientemente consciente para decidir si quiere que uno más uno sean dos o sean once.

Flores, especialmente amarillas. Siempre espera el día que le digan que se vaya de la ciudad, ansiosa. Tú que estás leyendo esto creerás que las personas son las únicas que pueden hablar, ¿no? Pues muy equivocado estás, las flores también pueden, igual el viento. Aunque es mentira el tema de los colores en el viento, al menos ella está segura y me convenció de eso el otro día. Si las personas no son las respuestas, no se pueden andar inventando fantasías para encontrarlas. Colores en el viento mis polainas, el viento te refresca, te hace pensar, no ver colores.

Hoy también llegó a mi, tampoco supe qué responderle sobre todo. Me dijo súbete ahí, y cántame. Y aquí estoy cantándole, porque sin mí no es nada y yo sin ella no existiría en ninguna parte, por que yo soy su droga y ella mi toque de realidad.


4 abr 2009

El día después de ayer.



No me quiero preguntar el por qué, no me interesa. Si el perro ladró toda la noche o si el papel de las murallas se cae a pedazos me importa poco y nada cuando se trata de personas. Pero no de esas personas que ves todos los dias y a veces no saludas porque estás aburrido de hacerlo siempre. No, no son esas, son las que viven en un lugar por el que pasas comúnmente pero no entras a saludarlas porque "no tienes tiempo". No es que no tengas cinco minutos, es que sabes que si entras y le saludas pasarás mínimo una hora conversando, justamente porque hace mucho que no vas de visita y encuentras un poco grosero el ir a decir hola, que tal y despedirse, alegando que tenemos que hacer otras cosas más importantes que sentarse a tomar un jugo y hablar. Pero estamos mal y, como siempre, nos damos cuenta de la peor forma. Si alguna vez alguien te dice que tu familia siempre va a estar ahí, que son las únicas personas que mantenemos a lo largo de nuestra vida, no le creas. No es verdad, en lo absoluto. Pensar en la certeza de esas palabras es lo que nos ha llevado a siempre retrasarla, poner en primer lugar el visitar a un amigo que vemos casi todos los dias en vez de ir a visitar a algún familiar al que vemos cuatro veces al mes, o incluso menos. Sí, es cierto que para muchos, sobretodo de mi edad, la familia no es primordial. Son personas igual que tú y yo: cometen errores, tienen desperfectos, pueden hacer daño y no siempre toman las mejores decisiones. Dentro de una familia numerosa, de acuerdo, podrán haber verdaderos hijos de sus madres, pero siempre hay al menos uno o dos que salvan, que nos hacen sentir que sí tenemos familia alguna. Ahora, ¿qué hacemos con ellos? como nos dijeron que la familia siempre va a estar con nosotros, nos cerramos a pensar que es cierto y los vamos dejando cada vez más de lado. Lo asumo, si preguntaran quién lo ha hecho, tendría que levantar avergonzada mi mano, al igual que muchos más.

Las personas no son eternas, y cuando llegan a decirnos que se han ido, nos duele en el alma ese jugo y esa hora que no ocupamos en lo que realmente importa.



Primera vez que odio un viernes.